La ictericia neonatal se presenta cuando hay un exceso de bilirrubina en la sangre de los recién nacidos. Una situación muy frecuente que padece hasta el 60 por ciento de los bebés durante los primeros días de vida y que se presenta cuando la piel y la zona blanca de los ojos adquieren un color amarillento como consecuencia de la misma.
La ictericia se observa en primer lugar en la cara y luego avanza progresivamente hacia el tronco y las extremidades. No obstante, suele desaparecer poco a poco y sin tratamiento antes de los 10-12 días de vida, cuando los niveles de bilirrubina vuelven a la normalidad.
La ictericia neonatal aparece cuando la bilirrubina se acumula en la sangre porque el hígado de los recién nacidos no es capaz de descomponerla y eliminarla con la suficiente rapidez. Por ello, los pediatras examinan a los recién nacidos en los primeros días de vida para determinar si tienen o no ictericia, dado que en algunos niños la elevación importante de la bilirrubina en sangre (generalmente superior a 25 mg) puede producirles sordera u otras lesiones cerebrales.
Sin embargo, lo más habitual es que los recién nacidos presenten unos niveles normales de bilirrubina en sangre (15 mg) que se consideran patológicos y, por tanto, no precisarán de tratamiento alguno porque son perfectamente tolerables. De hecho, los especialistas indican que más de la mitad de los niños con ictericia se ponen amarillos sin que haya que hacer nada. Con el paso de los días, el hígado comienza a funcionar correctamente y elimina como es debido ese exceso de bilirrubina, recuperando el recién nacido el color sonrosado que le corresponde.
Entre las causas más comunes que pueden favorecer el incremento de la bilirrubina en el recién nacido, se encuentran:
Se trata de una patología muy fácil de diagnosticar porque una simple exploración física sirve para detectar si el pequeño tiene o no ictericia. Dependiendo de la cantidad de bilirrubina en sangre que tenga el recién nacido, la piel será más o menos amarillenta. No obstante, la complicación para el pediatra radica en saber qué nivel de bilirrubina tiene. Para ello, solo hay dos formas de averiguarlo: a través de un análisis de sangre o por medidores transcutáneos.
Como ya hemos reflejado anteriormente, la gravedad de la ictericia dependerá de la edad del bebé y de la presencia de otros trastornos. No obstante, por lo general, la ictericia neonatal no requiere tratamiento porque ésta suele presentarse de forma leve o moderada y, en estos casos, el propio niño empieza a regular por sí solo el exceso de bilirrubina en sangre sin ayuda.
Sin embargo, cuando ésta es más intensa y es necesario acudir a un tratamiento, estas son las soluciones que se proponen dependiendo de la causa y la gravedad de este trastorno:
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