La vitamina C ha llegado para quedarse en nuestra rutina de belleza. Su poder para conseguir el ansiado ‘efecto buena cara’ ha hecho que sea el activo estrella de muchos sérums y cremas hidratantes.
Desde hace años, los dermatólogos apuestan por la incorporación de la vitamina C en los productos de cuidado facial, como recoge este estudio sobre los efectos de esta vitamina en la dermatología. Todo ello gracias a sus propiedades antioxidantes y antiedad. Además, el estigma sobre su uso y la aparición de manchas (efecto fotosensibilizante) ya ha quedado desterrado por completo.
La utilización de productos con vitamina C puede aportar importantes beneficios a la piel que se notarán en el día a día. Esto se consigue gracias al poder que tiene esta vitamina para neutralizar los radicales libres que genera nuestro organismo, lo que se conoce como el estrés oxidativo.
Gracias a esta acción, la vitamina C ayuda a prevenir la aparición de los primeros signos visibles del paso del tiempo, como pueden ser la falta de luminosidad y el aspecto cansado de nuestra piel. Su efecto sobre el estrés oxidativo ayuda a conseguir una piel mucho más luminosa y descansada.
Además, también ayuda a frenar el ataque de los radicales libres a las células encargadas de sintetizar el colágeno, un elemento fundamental para mantener nuestra piel joven. Todo ello se debe a que, con el paso de los años, la síntesis de colágeno va disminuyendo, algo en lo que la vitamina C ayuda a mejorar su producción y a frenar la oxidación de las células encargadas de producirla.
Se recomienda utilizar la vitamina C por la mañana. Esta puede completar la rutina de cuidado matinal después de haber limpiado y tonificado el rostro.
En cuanto a la forma de aplicación, existen distintos tipos de productos como son las ampollas, los sérums y las cremas hidratantes. Su uso varía dependiendo del resultado que se busque, por lo que es importante analizar qué es lo que se quiere conseguir antes de elegir uno u otro. Sus diferencias son estas:
Como todos los productos con vitamina C no son iguales, a la hora de elegir hay que tener en cuenta varios factores. El primero es la fórmula de la vitamina C. En este sentido, los investigadores han demostrado que la más activa para el cuidado de la piel es la de ácido L-ascórbico.
El segundo punto que debemos tener en cuesta es la concentración. La ciencia ha señalado que, para aportar unos efectos visibles sobre la piel, debe contener al menos un 8 por ciento de vitamina C. Por el contrario, una concentración superior del 15 por ciento no ofrece mejores resultados y puede causar irritación.
Por último, hay que prestar atención al resto de los activos que completan la fórmula del producto. La vitamina C puede complementarse con ácido hialurónico, un potente hidratante que permitirá mejorar la apariencia de los signos visibles del paso del tiempo, como es el caso de las conocidas como arrugas de expresión.
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