La seguridad de los antihistamínicos durante el embarazo
Los cambios físicos del embarazo pueden alterar la eficacia y la seguridad de los fármacos.
Antes de administrar cualquier antihistamínico hay que valorar su beneficio-riesgo
Los antihistamínicos son un tipo de fármaco que se emplean para tratar las alergias. De hecho, están indicados contra enfermedades como la rinitis y las urticarias agudas o crónicas, así como para la anafilaxia y otras reacciones alérgicas agudas. También se utilizan controlar el picor o el mareo del movimiento (cinetosis), y en la prevención y tratamiento de náuseas y vértigos. Pero, ¿está aconsejado el uso de antihistamínicos en el embarazo? En este artículo, damos respuesta a esta pregunta.
Como bien sabrás, todas las personas alérgicas tienen prohibida la ingesta de cualquier alimento que les pueda provocar una reacción perjudicial. No obstante, cuando estas causas son inevitables hay que intentar por lo menos prevenirlas. Así, cuando se tiene alergia a algún factor ambiental, es recomendable hacer uso de antihistamínicos para mitigar los síntomas.
No obstante, cabe recordar que el embarazo supone una etapa especial desde el punto de vista terapéutico tanto por la frecuencia de la toma de fármacos como por las repercusiones que su ingesta puede ocasionar durante dicho periodo. "En esta etapa se producen una serie de cambios fisiológicos y farmacocinéticos que pueden alterar tanto la eficacia como la seguridad de los mismos", avisa el Ministerio de Sanidad indica en un documento del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Además, añade que la mayoría de los fármacos habitualmente empleados atraviesan la barrera placentaria pudiendo interferir el desarrollo embrionario. Por ello, subraya que es primordial que el profesional médico y la gestante conozcan los peligros que ciertos medicamentos pueden llegar a ocasionar para emplearlos correctamente.
¿Se pueden tomar antihistamínicos en el embarazo?
En el caso concreto de su uso durante la gestación, Sanidad detalla que estos medicamentos solo serán aprobados para embarazadas después de hacerse "una valoración del beneficio-riesgo, evitándolos durante el primer trimestre". Sin embargo, detalla que el abordaje terapéutico del asma es similar al realizado fuera del embarazo, "siendo aconsejable dar preferencia, siempre que sea posible, a la administración por vía inhalada".
Por otro lado, Encarna Cardo, coordinadora del Colegio de Farmacéuticos de Valencia (Micof), considera en una publicación de Elsevier que los antihistamínicos de primera generación son "relativamente seguros" para este colectivo, excepto la difenhidramina y la prometazina, que se han asociado con hendidura labial y dislocación de cadera.
Algo con lo que también coinciden expertos en Dermatología del Hospital Gregorio Marañon, quienes especifican que la administración de antihistamínicos en el tercer trimestre del embarazo, "se ha asociado, en algunos estudios, con la fibroplasia retrolenticular en niños prematuros nacidos de madres que habían tomado antihistamínicos dos semanas antes del parto".
Mientras, exponen que con los antihistamínicos de segunda generación (loratadina, la cetirizina, la ebastina y la rupatadina) existe "poca experiencia todavía", por lo que se recomienda precaución a la hora de acudir a ellos.
Efectos secundarios de los antihistamínicos
Sanitas desarrolla qué reacciones provocan los antihistmínicos en nuestro organismo, pero concreta su intensidad varía según la generación a la que pertenezcan:
- Somnolencia
- Aumento del apetito
- Sequedad en los fluidos
- Visión borrosa
- Estreñimiento
- Retención de la orina
- Manchas en la piel