Las madres saben que durante el embarazo está totalmente prohibida la ingesta de alcohol. Pero, ¿qué ocurre durante el periodo de lactancia? Si estás dando el pecho, las normas varían. Aunque la recomendación general es la de no beber alcohol, durante la lactancia se puede consumir de forma ocasional y en cantidades moderadas.
Aunque los expertos señalan que las madres deberían tomar cero alcohol si están amamantando a sus hijos, reconocen que las ventajas de la lactancia materna exceden los inconvenientes de un consumo ocasional de alcohol. "Aunque la cantidad de alcohol que pasa a la leche materna es baja, los especialistas recomiendan limitar su consumo durante la lactancia a cantidades moderadas y de forma esporádica", insiste Susana Ares Segura, coordinadora del Área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
El alcohol pasa rápidamente a la leche materna en un nivel igual o superior al de la sangre materna y, por tanto, puede acabar siendo ingerida por el niño. Esto quiere decir que el lactante va a tomar una graduación menor que la que bebe su madre, pero aun así es perjudicial para él.
Sin embargo, los niveles de alcohol descienden rápidamente ya que esta sustancia no se acumula en la glándula mamaria. Y, a pesar de que es perceptible para el pequeño porque puede alterar el olor de la leche, éste puede desaparecer minutos después. "Aunque el nivel de alcohol en la leche es muy bajo, el olor es muy fuerte. Alcanza su máximo nivel entre los 30 y 60 minutos después de haber consumido la madre alguna bebida alcohólica, lo que puede motivar que el lactante rechace el pecho", explica la coordinadora de AEP.
Por esta razón, sería conveniente que si te vas tomar una cerveza o una copa de vino, lo hagas después de una toma ya que pasarán más o menos unas tres horas hasta la próxima, cuando el nivel de alcohol será muy bajo o nulo. Pero si estás de celebración y te has bebido tres copas, es mejor que lo pospongas más tiempo.
Los efectos del alcohol en el lactante "están directamente relacionados con la cantidad de alcohol que consume la madre", advierte la experta. Una cantidad pequeña o moderada de alcohol no ha mostrado efectos nocivos en el niño. Una dosis de alcohol mayor (como 200 centímetros cúbicos (cc) de vino, 500 cc de cerveza o 60cc de licor) puede producir sedación y disminución de la producción de leche, alerta. Así, desmiente aquel mito popular que defiende que un vaso de cerveza al día aumenta la producción de leche: "No tiene ninguna evidencia científica que lo apoye", asevera.
El problema se plantea con los recién nacidos, cuando las tomas son muy seguidas, varias veces al día e, incluso, se extienden hasta la noche. Por ello, Ares Segura recomienda no beber alcohol durante al menos los tres primeros meses del bebé y aconseja que transcurrido este tiempo:
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