Las bebidas energéticas se han convertido en el aliado infalible para aguantar el ritmo del día a día. De hecho, muchos ya lo han sustituido por el café. Son la solución perfecta sobre todo en época de exámenes o en situaciones especialmente estresantes. Sin embargo, las bebidas energéticas tienen efectos negativos sobre la salud. En este artículo de Apoteka abordamos cuáles son los riesgos de abusar de estos estimulantes y cuándo hay que limitar e, incluso, evitar su consumo.
Su sabor dulce y adictivo, junto con las excelentes campañas de marketing que hay detrás, han provocado que las bebidas energéticas estén entre las primeras opciones no sólo para soportar momentos que requieren de una elevada exigencia mental y física, sino también como refresco en las salidas con amigos o como bebida para incorporar a las copas.
No pasa nada si la cantidad que ingerimos es pequeña, pero puede ser un problema si su consumo se convierte en un hábito y, por otro lado, se utiliza como mezcla para el alcohol.
El Colegio de Farmacéuticos de Sevilla (COF) recuerda que todas las bebidas energéticas se fabrican a partir de sustancias estimulantes como la cafeína, el guaraná o la taurina "en cantidades bastantes considerables". Unos componentes que, como indica el mismo organismo, disminuyen nuestra sensación de cansancio, aumentan nuestro nivel de atención y, en consecuencia, ayudan a mejorar nuestra concentración. "El problema es que también presentan efectos adversos", advierte la farmacéutica Encarnación García.
El consumo de las bebidas energéticas cada vez es más habitual. Cuentan con una gran presencia en los supermercados y prácticamente todos los recintos lo ofrecen como un refresco más. Su ingesta es tan extendida que, actualmente, preocupa su impacto entre la población infantil y adolescente.
Según un informe de la UE, el consumo en Europa ha aumentado entre estos grupos de edad, llegando a representar los niños de entre tres y diez años el 18 por ciento de los consumidores. Un porcentaje que asciende hasta el 68 por ciento en el caso de que los consumidores sean adolescentes de entre 10 y 18 años. "Los jóvenes las toman como un simple refresco y no lo son", lamenta la experta.
Por ello, destaca que los efectos adversos de esta bebida son:
Si el consumo de alcohol no está recomendado por las autoridades sanitarias, mezclarlo con bebidas energéticas, menos aún. El alcohol mezclado con bebidas energéticas incrementa el nivel de alcohol en la sangre y produce un falso estado de seguridad y control que puede dar lugar a la intoxicación etílica o, en caso de verse capaz de poder conducir, a trágicos accidentes de tráfico. Es decir, esta combinación reduce la sensación de ir borracho y, por tanto, supone un gran peligro tanto para el consumidor como para quienes le rodean.
Como hemos comentado anteriormente, las bebidas energéticas alteran el ritmo cardiaco y aumentan la presión arterial. Por ello, la farmacéutica alerta de que éstas "no deben ser usadas" por:
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