La libido es el deseo de placer sexual, una atracción que es completamente natural y química. En las mujeres, las hormonas que influyen son los estrógenos y la testosterona que generan los ovarios. Sin embargo, ésta varía en función de la edad y la persona. Según los expertos, ellas alcanzan su plenitud sexual a los 35 años, la cual dismuye una vez aparece la menopausia.
No obstante, como afirma DKV en una publicación, la libido femenina puede estimularse. En este sentido, explica que la estimulación sexual de la mujer puede desarrollarse a través de la vista, el tacto, el olfato y/o distintas zonas erógenas de su cuerpo. Una excitación que, en consecuencia, provoca una serie de reacciones en el cuerpo de la mujer como:
"El orgasmo es la culminación del aumento de la libido", explican los expertos. Un momento que, según detallan, se manifiesta comúnmente con contracciones en el suelo pélvico, en el músculo uterino y en todos los músculos del periné.
Por contra, la ausencia o falta de libido se exteriorizará cuando el interés por mantener relaciones sexuales disminuya. Algo que, como señalan los especialistas de Sanitas, es más frecuente en la mujer que en el hombre, debido principalmente a las variaciones hormonales que se producen en cada fase del ciclo menstrual y la menopausia.
De hecho, destacan que la falta de libido asociada a la caída de producción de testosterona se relaciona asimismo con la sequedad vaginal, un problema que provoca que las relaciones sexuales resulten dolorosas y, además, se agrave la pérdida de deseo.
Al igual que sucede con las mujeres, el deseo sexual también es variable cuando afecta a los hombres y, en ellos, se manifiesta de tres formas diferentes:
Cuando éstas fallan, en el 70 por ciento de las ocasiones tiene que ver con un déficit de testosterona. Una hormona que a partir de los 30 años se reduce progresivamente en el horganismo del varón y que también se ve afectada por diferentes causas patológicas que pueden aumentar de forma anómala el déficit de esta hormona: hipogonadismo, obesidad, diabetes, cáncer, depresión, deficiencia de zinc, hipertensión arterial, tabaquismo, abuso del alcohol, o incluso la toma de algunos medicamentos.
Es por esta razón que los mismos expertos opinan que "en la mayoría de los casos" el tratamiento de estas enfermedades o el abandono del tabaco y el alcohol, es "suficiente" para recuperar el deseo sexual.
Sin embargo, puntualizan que "lo más frecuente" es que concurran distintos factores en la inhibición del deseo sexual, por lo que siempre es importante la intervención de un psicólogo y/o un sexólogo para identificar posibles problemas en la pareja con el objetivo de llevarles a explorar las diferentes fases de la actividad sexual: deseo, excitación, orgasmo y resolución. "De este modo, se puede llegar a abrir un camino para reorganizar la convivencia y encontrar modos de estimular el deseo en la pareja", concluyen.
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