¿Qué es un probiótico vaginal? Descubre si los necesitas
Los probióticos juegan un papel fundamental en la protección de la flora vaginal.
La microbiota puede debilitarse por los antibióticos o una mala higiene tras las relaciones sexuales
La flora vaginal, también conocida como microbiota vaginal, es el conjunto de microorganismos que, de forma natural, viven en equilibrio en la vagina de una mujer sana. Éstos sirven para proteger a la mucosa contra los patógenos que intentan infectarnos. Y, precisamente para ello, los probióticos vaginales juegan un papel fundamental.
Los probióticos, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), "son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren efectos beneficiosos para la salud". Es decir, cuando la flora vaginal tiene menos microorganismos de los que debería, los probióticos vaginales pueden ayudar a restablecerla añadiendo aquellos que le faltan.
En la farmacia, este tipo de medicamentos se pueden encontrar de dos maneras: como comprimidos de administración oral o como cápsulas, tampones, geles o comprimidos de vía intravaginal. En ambos casos, expertos en Biología Funcional de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo defienden que los probióticos vaginales son "una alternativa terapéutica fiable y efectiva, de fácil administración y sin efectos secundarios notables".
Cuándo usar los probióticos vaginales
Cuando la flora vaginal se desequilibra se producen molestias e irritaciones, pudiéndose desarrollar en esta zona íntima infecciones como la vaginosis bacterianas y la vaginitis candidiásicas. En el último de los casos, los síntomas son: picor intenso, irritación y flujo blanquecino grumoso. Mientras que en la vaginosis de origen bacteriano los signos principales que se presentan son: picor y un flujo abundante con un olor desagradable, como de pescado.
Para mitigarlos, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda los probióticos como tratamiento complementario al específico para estas infecciones. Así, detalla que son una "ayuda" en este sentido o una herramienta adicional para evitar recaídas cuando se ha tenido una infección previa.
Estos son los casos en los que la microbiota se puede alterar:
- Cambios hormonales: pubertad, embarazo, postparto y menopausia.
- Antibióticos o anticonceptivos orales: los productos farmacológicos actúan contra todas las bacterias, incluidas aquellas que se encuentran en la microbiota vaginal.
- Menstruación: el sangrado del periodo tiene pH neutro o ligeramente alcalino que puede debilitar la flora vaginal.
- Duchas vaginales: no se debe realizar más de una ducha vaginal al día ni aplicar productos que no sean específicos para la zona íntima.
- Ropa muy ajustada: el uso de ropa interior sintética o muy apretada da lugar a que se debilite la microbiota. Por ello, se recomienda la ropa de algodón cómoda.
- Mala higiene después de mantener relaciones sexuales: es conveniente limpiarse adecuadamente después del coito y proteger la zona del frío.
- Uso de jabones irritativos y espermicidas.
Cómo aplicarlos
Según los ginecólogos, el probiótico debe emplearse tras el tratamiento habitual después de una infección aguda. No obstante, la duración dependerá del tipo de probiótico. Para aquellos que son de vía intravaginal el tratamiento se prolongará durante cinco o diez días, mientras que si es de vía oral se extenderá por más tiempo: entre 15 y 30 días.
Por otro lado, los expertos señalan que para la prevención de nuevos episodios "se suele utilizar tres ciclos de probióticos en relación con el ciclo menstrual".